El espectador suele acercarse con recelo a este género de biografía liofilizada que suele convertir historias interesantes en biopics al uso, historias que zozobran en ese peligroso terreno de productos “basados en hechos reales”, o el director militante de turno la convierte en una hagiografía tendenciosa y sectaria “ad maioren gloriam” ideológica de algún personaje admirado. The Imitation Game es cine correcto (en el más amplio de los sentidos) De consumada puesta en escena (como buen producto británico) e interpretaciones notables, especialmente la performance de Cumberbatch, en un personaje consciente de su propia genialidad y atormentado por la opresión social a su condición sexual.
El acierto de The Imitation Game se basa en la sutilidad para moverse en los tres tiempos narrativos, a base de flashbacks y flashfowards, y hacerlo de modo dinámico y nada farragoso. Navegando entre el thriller atípico y el drama contenido, todo se resuelve a base de miradas (excelentes los momentos compartidos con Keira Knightley) la película transcurre en un instante, superando lo irregular o superficial del guión para trascender, merced a un pulso narrativo notable y las interpretaciones añadidas de secundarios como Matthew Goode o Charles Dance.
ALAN TURING |
El desenlace nos conduce a un universo orwelliano, donde el matemático que ha ayudado a luchar contra la dictadura y la opresión, salvando miles de vidas, tiene que sufrir en su propio entorno las sevicias de un mundo donde no todo es libertad ni tolerancia. El personaje de Keira Knightley también ha de adaptar su cerebro superior a un mundo donde la mujer se encuentra en un segundo plano. Morten Tyldum realiza su avanzadilla en territorio británico con este film, después de haber dirigido trabajos notables como el electrizante thriller “Headhunters” donde su sentido del ritmo visual ya quedaba patente. Cumberbatch es un conocido de lo espectadores por su participación en la excelente y televisiva Sherlock, donde la composición de su personaje era lo mejor de un producto novedoso y de “qualité”. En 2014, fue premiado con el EMMY al mejor actor, pero también ha participado en Amazing Grace o War Horse, de Steven Spielberg entre otras. Quizás al film le falte algo de riesgo, o una mayor crudeza y seriedad en la concepción de personajes (de hecho Turing se presenta como un antisocial) que habría dado mayor juego dramático. En cuanto a la realidad de lo vertido en pantalla, recordar que no hallamos ante una película que no se ciñe estrictamente a hechos reales. Turing era un tipo divertido al que le gustaba andar besando hombres, el papel del comandante “malísimo” no se corresponde con el oficial experto en criptografía Alastair Denniston. No existe constancia de que Turing se suicidara, y sí de que pudo ser un accidente de laboratorio (cianuro). La capacidad de decisión del grupo de Turing sobre que objetivos militares (que da lugar a una de las escenas más duras del metraje) podían ignorarse, es más que dudosa. Pero el análisis del celuloide debe obviar todos estos detalles para juzgar el trabajo cinematográfico. Quienes quieran avanzar en el mundo de Alan Turín tienen a su disposición libros como “Los matemáticos polacos, Alan Turing y el secreto de la máquina Enigma,” “Alan Turing. El hombre que sabía demasiado,” Antoni Bosch, Andrew Hodges, “Alan Turing: The enigma,” Simon and Schuster (1983), B. Jack Copeland, “Alan Turing. El pionero de la era de la información".
Keira Knightley es uno de los rostros más interesantes del panorama cinematográfico. De angulosas facciones, se ha dejado ver en interesantes producciones como “Quiero ser como Beckham” (2002), Orgullo y Prejuicio, La Duquesa (2008) un biopic de factura formal impecable, Never Let Me Go, basada en la novela de Kazuo Ishiguro, En el límite del amor (The Edge of Love), una película sobre la vida del poeta galés Dylan Thomas (2007), junto a productos comerciales o simplemente alimenticios.
En The Imitation Game; a pesar de la escasa relevancia de su papel; Keira consigue transmitir la peculiaridad de la relación entre los dos protagonistas, ambos desnortados y perdidos en un mundo que no les comprende. Quede pues el mensaje del sufrimiento de aquellas personas encarnado en Alan Turing, de la terrible realidad de un mundo que habiendo luchado contra la opresión, oculta en su interior el huevo de la serpiente. ¿Pretenciosa? Quizás. ¿Reacia a remover zonas oscuras? Tal vez. ¿Irregular? Puede ser. Pero ante todo un producto bien construido, de planos elegantes, trabajo visual impecable, e interpretaciones notables. Necesaria. Aunque solo sea para percibir el dolor del abismo que les separa, en las miradas de Cumberbatch y Knightley, ambos náufragos en un mundo que han salvado, pero que no les va a salvar a ellos. Adornada con la sobresaliente banda sonora firmada por Alexander Desplat.
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