viernes, 13 de julio de 2018

Seis Mil Lunas.14 Relatos de Lucha y Esperanza. Julio Alejandre


                      



Comencé a leer “Seis Mil Lunas” sin acceder previamente a la biografía del autor. El resultado fue que al cabo de tres cuentos, llamó mi atención el dominio del habla salvadoreña, la fluidez en las construcciones, la naturalidad en la estructura, hasta el punto de que me quede asombrado cuando leí que se trataba de un madrileño que había trabajado como cooperante (Colomoncagua, Mesa Grande, Morazá, etc), que actualmente, se encuentra afincado en la Baja Extremadura, dedicado a la enseñanza. Quien haya  tratado de pergeñar una historia corta, utilizando cualquiera de las características léxicas de los países hispanoamericanos, se ha topado con la dificultad de estructurar las frases de modo natural. No se trata de colocar palabras al libre albedrío o de sustituir las utilizadas en el castellano de acá con las del castellano de allá, como un sanitario colocando apósitos. La realidad es mucho más compleja.
 Julio Alejandre consigue esa fluidez narrativa que nace del uso continuo e instintivo de los términos y frases. Doble dificultad, ya que mixtura el trance del relato corto; exigente y certero; con el uso de terminologías que nos son ajenas o no son nativas. Estas “Seis Mil Lunas” son los años contados desde el ¿afortunado? descubrimiento de América. Desde que el choque abismal entre dos mundos cambió el curso de la historia.
Julio Alejandre presenta en estos catorce relatos (merecidamente premiados) un abanico de personajes palpitantes, de esos que se aferran a la garganta y siguen hablando desde ti una vez concluido el texto. Como ese marido que reencuentra a su esposa en “El Vía Crucis”, un relato casi de realismo mágico. Una reflexión sobre la memoria de los que se van <<Si no siembro las piedras bajo el conacaste, ¿Qué quedará de los que se fueron? ¿Quién guardará su memoria?>>. Un ejercicio de estilo con la sobra de Juan Rulfo revoloteando por esas hermosas frases cortas. Por esa filosofía cotidiana y certera <<Enfilo la vereda, pero me doy cuenta de que no soy yo quien hace la vereda, sino ella la que me hace a mí, la que me ha estado haciendo desde siempre>>
Julio Alejandre maneja la poética de la brevedad en la frase. De la contundencia en el verbo, casi desnudo. Sin adornos innecesarios pero plena de expresividad y de intensidad. Cada palabra expresa lo que hay que expresar, cada vocablo dice lo que tiene que decir. La riqueza de este castellano de allende los mares es apabullante, así como su expresividad y musicalidad. “Incidente en Rancho Quemado” narra un hecho terrible en su cotidianeidad. Y lo hace con esa resignación de los que están acostumbrados al sufrimiento, los que llevan el dolor como una parte de su respiración. Una historia que narra como un padre borracho dispara accidentalmente en una reunión matando a su hijo. El epílogo es de una economía de medios admirable, lo que no le hace perder capacidad de conmover y remover conciencias.
Viera cómo se le estremecían las carnes a la mujer y le fallaba la voz cuando dijo que había sido el padre del chamaco quien disparó.
-El mero tata, vos.
La Autopsia de Gerundina Guevara” nos narra una sórdida historia que denuncia los malos tratos y la violencia sobre la mujer con un lenguaje gustoso, basada en la creación de un personaje de esos que se te adhieren a la piel y consiguen que no desees el final del relato.
Todas estas historias se desarrollan en una mismo universo, dónde la guerra, la miseria, el sufrimiento de los más débiles están tatuados en el alma de los protagonistas, incluso cuando disfrutamos de una narración humorística y chispeante como “El Charlatan”; donde un vendedor ambulante sube a un autobús cargado de mercancías milagrosas para levantar la sonrisa del lector.

Tres días de Marzo” es un relato terrible, basado en un hecho real, que clama sobre la impotencia de quienes están a merced de las guerras, el éxodo, el miedo, contados a modo de diario, como crónica de una muerte anunciada...
En “Al Final del Callejón” la narración mantiene un constante suspense sobre el probable secuestro de una niña, narrada por las voces de las dos protagonistas (secuestradora y madre) que mantienen sus perspectivas respecto al mismo acto, de terribles consecuencias.
La Tela de Araña”. Un cuento hitcochckiano donde el hecho de adivinar lo que va a suceder no le resta un ápice de interés al suspense. Unas niñas proyectan aprovechar el día para ir a bañarse a la Poza Verde. Las circunstancias irán tejiendo una tela de araña inexorable y cruel, contra la que no se puede luchar.
Cuando el lector termina cada uno de los relatos que componen “Seis Mil Lunas”, amén de la sensación de haber disfrutado de una narrativa intensa y certera, no puede estar en desacuerdo con los premios obtenidos por éstos. La riqueza léxica, la utilización exacta y minuciosa de los vocablos salvadoreños (chafarote, enmontañado, papalotear, tufosa, zancudo, etc) contribuyen a esta arquitectura, que conforma el universo que Julio Alejandre ha volcado en este libro. Una lectura de amplio disfrute, imprescindible y enriquecedora.



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