martes, 6 de noviembre de 2018

Gradualia. In Pace, fervor en la Península Ibérica por el Oficio de Difuntos. Carmina Antiqva. 2018


                                         




En los tiempos que corren donde la banalidad y lo superficial campan a sus anchas, pensar en las postrimerías es una posibilidad remota y no deseada para una sociedad hedonista. No siempre fue así. Hubo un tiempo en que la liturgia funeraria, basada en creencias de resurrección, formaba parte del corpus habitual de la vida. Tanto en la península ibérica (objeto de este concierto) como en el resto de Europa. Las partituras creadas para estos oficios forman parte de los instantes más hermosos de la creación musical, no sólo en esa época, sino en todas. Desde la Edad Media, la oración por los muertos, incorporada a la liturgia canónica en el siglo VIII y el Oficio de Difuntos, reglamentado, lo hizo en el siglo IX. Este oficio nace de la Oración por los Muertos. En torno del Siglo VIII el Oficio de Difuntos ya era un compendio claramente estructurado en vísperas, maitines, laúdes, convirtiéndose en oración oficial de la iglesia. Con algunos pequeños cambios en el tiempo como la sustitución del “Ne reocorderis peccata mea”, habitual en el siglo IV, por el “Libera Me, Domine”, deja ya un oficio perfectamente estructurado, que formalizaba el dolor ante la muerte y la confianza en alcanzar la casa de Dios. El programa elegido por Gradualia es extenso y erudito, abarcando archivos ibéricos para mixturar una imaginaria liturgia, dónde los autores proceden de diversas fuentes. Todas las partituras son sublimes composiciones de los mejores autores del periodo. Sería prolijo realizar un repaso de todas las obras que se interpretaron, tan distintas y tan hermosas, pero con el nexo común del viaje al más allá y el recuerdo del difunto.

No podía faltar el canónigo pacense Juan Vásquez, uno de los mejores polifonistas del periodo que precisamente llamo a su obra magna “Agenda Defunctorum”, el más completo y hermoso compendio de música para exequias del Renacimiento Español.
El invitatorio “Regem cui omnia vivunt”, casi cisterciense, a modo de fabordón, sube hasta perderse en las largas notas del “adoremos” final, y el motete “Sana Me, Dómine” o el tracto “Sicut Cervus”. Estas obras del pacense, fueron desgranadas por la agrupación, elevando paulatinamente los ascendentes melismas hacia los hermosos frescos del techo pintados por Adelardo Covarsí, destacando el estilo de Vásquez: su alternancia entre el canto llano y los episodios polifónicos. Las obras están escritas para SATB. En el “Regen cui omnia vivunt”, Vázquez alterna el canto llano del versículo del salmo, que es la parte fija en los maitines del difunto, con las estrofas del salmo, introduciendo diferente métrica y ambiente. Pero siempre con esa contención que solicita la situación. No debemos olvidar la importancia que para este programa tienen lugares como el Palacio Ducal de Vila Viçosa, donde varios de estos compositores debieron de confluir y tomar referencias entre ellos o los archivos musicales catedralicios o la misma biblioteca de Elvas, donde apareció el magnífico “Cancionero”. Hermoso y bien desarrollado el “Réquiem Aeternus” De Victoria, perfecto empaste y un aprovechamiento de la notable sonoridad del Salón de la Diputación. Alonso Lobo se puede situar a la altura de polifonistas como Morales, Guerrero o Victoria. Su música se oía por doquier y es el último compositor clásico polifónico de la Seo de Sevilla. Gradualia solventó con profunda emoción las distintas secciones  de este motete SABT, esta obra fue celebrada por Lope de Vega en su “Peregrino”.


Alo largo del concierto, Gradualia, dibujo una paleta soberbia del Oficio de difuntos y de las interinfluencias entre autores (la Missa María Magdalena  de Lobo está basada en un motete de su maestro, Guerrero)
La obra “Réquiem Aeternam” fue resuelta haciendo disfrutar de ese embellecimiento retórico que Victoria imprimió en su Officium Defunctorum, con expresión afectiva del texto, como esa auxesis que gravita sobre “dona eis réquiem” del Agnus Dei, donde Victoria se aparta de la textura homofónica de esta figura.
Las ricas armonías, tan características del la polifonía portuguesa, dieron paso a Estêvao de Brito con su “Circumdederum me” y su concepto; menos rígido que sus contemporáneos hispanos; acerca de la utilización de las homofonías, utilizando a veces frases imitativas y madrigalismos. De este autor, posiblemente nacido en Serpa, se tiene escasa bibliografía debido al terremoto de 1755
Otra aportación hispana con apellido luso, fue al concierto fue Estêvao López Morago  con “Versa in Luctum”, una pieza de composición imitativa, intensa, elaborada minuciosamente, con sacudidas repentinas de homofonía. A Morago le gusta la disonancia y la intercalación de los efectos antifonarios con cuartas disminuidas.
Durante el concierto estuvo presente esa dualidad entre la majestuosidad polifónica hispana. Más austera y cercana al pesimista concepto mortuorio, la partitura portuguesa
El concierto de Gradualia (Delia Agúndez, Ana Cristina Marco, Diego Neira y Simón Anduenza) fue un hermoso paseo por el amor y la muerte en el contexto de la tradición polifónica mortuoria de la península. Una ruta espiritual que nace de un completo trabajo, fruto de investigación en archivos y horas de ensayo que quedan patentes en la calidad de las voces, la precisión de las secciones, el control de los tempos. Gradualia fusionó sus voces "a lo sagrado" con el hermoso entorno de las pinturas paganas de Adelardo Covarsí. Numerosos aplausos y vis para el público que llenaba el salón. Lo cual es motivo de gozo para quienes se inyectan polifonía en vena. Sobre todo teniendo en cuenta que con el mismo horario el 41 Festival de Teatro programaba una joya como “Finding Joy”. Enhorabuena a Gradualia y al InDICCex por su exquisita programación.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.