Debemos quitarnos el sombrero cuando un autor debuta con una
obra con este nivel de sensibilidad y belleza, combinadas con una maestría
técnica apabullante. Colm Bairéad nos
acerca al mundo infantil de la mano tierna de la “chica tranquila”, encarnada
por la soberbia actriz debutante Catherine Clinch una niña que lee a Heidi
antes de acostarse (toda una metáfora del guión). Cáit es una pequeña, algo
retraída, que habita en el condado de
Waterford con una madre ausente (Kate Nic Chonaonaigh) y un gañán sin empatía
por padre (Michael Patric). Ambos progenitores deciden que van a descansar de
su hija durante el verano y la envían con la prima de su madre (Carrie Crowley)
y su esposo (Andrew Bennett), un hombre taciturno y silente, aunque
descubriremos el motivo durante el metraje.
Las interpretaciones de los padres adoptivos son excelentes,
sobrias, desgarradoras. No precisan de histrionismo para transmitir su dolor,
ni desmesura para llevarnos hasta el desgarro de su desconsuelo. Ambos
consiguen ir cambiando la realidad de la niña con hechos, aparentemente
cotidianos, como aceptarla, interesarse por sus sentimientos. Cuidarla. El
mundo que comienza a envolver a la pequeña se convierte en un espacio
mágicamente hermoso, donde la soberbia fotografía de Kate McCullogh (Normal
People) y el diseño de producción de Emma Lowney consiguen rodearla de una
paleta cromática de ocres y dorados, con un estanque misterioso incluido. Cada toma es una joya pictórica.
La fotografía juega con el contraste entre el fulgor del
hogar adoptivo y la sombría paleta utilizada para la casa de Cáit. El uso del
tempo es a fuego lento. En Adagio. Incluso el director se permite ralentizar
aún más en una bellísima secuencia donde Cáit corre hacia su futuro, dejando
atrás sinsabores y padecimientos. Joan Sheehy desarrolla un excelente papel en
su brevedad. A ella le corresponde ser la vecina díscola y lenguaraz que revela
a la niña la terrible verdad con una interpretación plena de cinismo y humor
negro. The Quiet Girl es capaz de extraer toda la belleza rural sin sospecha de
sensiblería ni exceso de preciosismo visual. La experiencia del autor en
documentales donde destaca la belleza de Irlanda le permite extraer todo el
jugo visual a una película que se muestra en tres claras capas: la excelencia
visual, la densidad humana y la seguridad en la narración minimalista, pero
suficiente.
El estudio de tipos humanos no tiene desperdicio. La niña
vive en el vórtice de una familia desestructurada, carente de empatía. Incluso
las hermanas carecen de cualquier capacidad afectiva con respecto a Cáit. No
hay ninguna muestra de cariño ni de interés en la pequeña ni entre ellos
mismos. Son seres vegetativos, anómalos, incapaces de ponerse en el lugar del
otro. De hecho el distanciamiento es incluso idiomático, ya que el padre de
Cáit habla en inglés, dejando patente el cisma cultural inglés/irlandés.
De algún modo podría hablarse de una variedad de abuso en el
abandono afectivo hacia la hija y hermana. Las referencias fílmicas podrían ser
Petite Maman, de Céline Sciamma, por la delicadeza en el tratamiento de esta
narración (una adaptación del cuento Foster, de Claire Keegan que el director
tuvo que ampliar dada su brevedad). También bebe de los trabajos iniciales de
Lynne Ramsay con su Ratchatcher, con niño y experiencia traumática en el Glasgow
de los 70, que escapa con habilidad del panfleto progre de turno para narrar
una historia llena de esperanza y melancolía. La forma en que la niña observa
los detalles remite al cortometraje Gasman (Lynne Ramsey), así como la forma de
capturar las emociones y el recurso intimista. También remite a la obra de
Yasujiro Ozu en su crítica indirecta a las estructuras sociales, atrapando
emocionalmente al espectador.
El mundo de Cáit se nos ofrece visualmente en forma de
puertas o pasillos, a través de cuyo enmarcamiento miramos a los personajes.
Una opción que constriñe, apoyada por el formato cinematográfico, el mundo de
la niña, mostrando los límites y el modo de enfrentarse al mundo en la
infancia.
Se ha convertido en
la película en gaélico con mayor recaudación de todos los tiempos. Ha ganado
importantes premios en festivales internacionales de cine en Berlín y Dublín,
triunfando en ocho de las once categorías en los Irish Film and Television
Awards de este año.
El soundtrack es emotivo y penetrante. (Mejor Música
Original de Stephen Rennicks Irish Film & TV,) donde construye un poema
apacible que se fusiona con la historia con fluidez. Predominio de la cuerda
para etéreas y apacibles melodías.
Producción: (Irlanda) A Screen Ireland, TG4 y The
Broadcasting Authority of Ireland presentación de una producción de Inscéal.
(Ventas mundiales: Rosa Bosch Films, Valencia.) Productora: Cleona Ní
Chrualaoi. Productores ejecutivos: Dearbhla Regan, Máire Ní Chonláin.
Equipo: Director: Colm Bairéad. Guión: Colm Bairéad, basado
en el cuento ‘Foster’ de Claire Keegan. Cámara: Kate McCullough. Editor: John
Murphy. Música: Stephen Rennicks.
Con: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh. (Irlandés, diálogo en inglés)
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