martes, 25 de julio de 2017

Francisco López y la C/O Chamber Orchestra

          



Fotografías: Francisco Collado
La elección de la C/O Chamber Orchestra para primiciar su concierto en la Terraza del López de Ayala fue la más apropiada. El espíritu burlón y algo dionisiaco de la obertura de "Las Bodas de Fígaro", sirvió a esta agrupación sin director para calentar motores y ganarse a un público receptivo y respetuoso. Esta ópera, que en su día supero ampliamente las convenciones del género bufo, fue interpreta con solvencia por la agrupación con las cuerdas atacando chispeantes escalas, hibridadas con el fagot, esperando la respuesta de los vientos para acabar en un tutti orquestal. Mas adelante repetirán el tema da capo.

La cuerda  se desboca  de alegría, contrapuenteada por la madera, hasta que el fagot entra en stacatto mientras repiten un segundo tema.
Después llega la pirotecnia, la coda, los agudos de la cuerda que desembocan en una cadenza final.
Depurada técnica y brío instrumental de la orquesta, que supo transmitir el tono burlesco, pero al tiempo emocionante, que el maestro de Salzburgo incluyó en esta extraordinaria y revolucionaria partitura.  Excelente el tempi, las transiciones y ese espíritu lúdico (algo acelerado) y alegre que solicita esta maravillosa obertura, con ese extraordinario crescendo final. La Obertura en Re Mayor no usa ninguno de los temas de la propia ópera como acostumbrara un Mozart adulto.
A continuación la orquesta presentó "El Bailaero de las Gitanas", compuesto por el flautista placentino Francisco López. 
No es la primera vez que el solista es reseñado en este blog, Los interesados en su excelente concierto en la Diputación de Badajoz, pueden seguir este hilo:
Obra dividida en cuadros, donde la literatura de la mano de la escritora; también placentina; Mónica López de Consuelo, se mixtura con los diversos instantes musicales. La dicción de la escritora/rapsoda es certera y limpia, con inflexiones notables y sentido del ritmo narrativo. La obra de Francisco López bebe de diversas fuentes. Hay reminiscencias de Gustave Fauré o de Falla, también algún retazo de Halffter y su "Debla para flauta".



El compositor recurre a diversos modos expresivos para una orquestación claramente descriptiva con matices impresionistas. La textura dramática se refuerza con leitmotiv como el uso de una misma técnica para representar el miedo, etc. La querencia extremeña está presente en el argumento (paisajes, lugares). También se recurre a la incorporación de matices folklóricos, zapateados, paso de procesión o versionando el villancico del siglo XV, de estructura zejelesca, titulado "Tres morillas". A través de los cinco cuadros, la partitura recrea pasajes con influencias del folclorismo jerteño al romanticismo, desde el duende lorquiano a instantes de intensa belleza donde la palabra y la cuerda se funden, arropados por el viento de la primera flauta en la orquesta Goteberg.

 


 Hay una querencia minimalista que se contradice con los instantes orquestales de intensa textura, pero el resultado es un conjunto homogéneo, de gran belleza expresiva, con homenaje a las zonas natales de los autores como "Reflejo de la luna en el Jerte". La orquesta brilló en una obra largamente aplaudida por el respetable. No es para menos. Si esta es la primera composición de Francisco López, aguardaremos con impaciencia sus próximas partituras.


La Sinfonía nº 7. Op, 92 de Beethoven sirvió a la C/O Chamber Orquesta para proporcionar uno de esos momentos mágicos en que los ejecutantes disfrutan tanto como los espectadores. El mismo autor la consideraba una de sus mejores creaciones, pese a las críticas de la época. Realmente notable la pasión arrebatadora del Segundo Movimiento en La Menor. Ese inicio de cuerdas con los músicos sonriendo y disfrutando con el ostinato. la adhesión del resto de instrumentos hasta alcanzar el tutti fortísimo. el Scherzo del Tercer Movimiento, (casi a manera de Rondó), pese a la indicación de "Presto" del autor, y el prodigioso finale, acotado Allegro con Brío, de júbilo bullicioso, de alegría inconmensurable  y de intensa poesía.  















Casi una bacanal musical, con utilización de instrumentos pastorales, un frenético tema irlandés que ya había tratado el autor, guiado por unos músicos jóvenes (pero expertos) y entusiastas, que sacaron toda la savia a una escritura controvertida, de un lirismo apabullante y majestuoso. Enhorabuena.
Lo mejor: La calidad sonora de los ejecutantes, aliada con el entusiasmo. La técnica no precisa de rostros pétreos...
El improvisado dúo de flauta con la voz de una de las integrantes de la orquesta, regalando a Falla.
Lo mismo que el fuego fatuo,
lo mismito es el querer
que huyes y te persigue,
le sigues y echa a correr.

Lo peor: El fondo sonoro de la orquesta de mariachis que actuaban en el Auditorio.


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