La adaptación a la pantalla del
best-seller Gone Girl, de Gillian Flynn por un director tan
contundente y certero como Fincher, se gesta dentro de su género predilecto. Como ya demostró en Seven, esta elección particular (thriller), profetiza lo que se va a
obtener de ella: ambientes sórdidos, encuadres perfectos, esos giros de tuerca;
marca de la casa; envueltos en fotografía espléndida, la insanía infiltrada en
lo cotidiano, sumada a una experta dirección de actores. Esta perversa aproximación
al mundo de la pareja, descansa su peso literalmente sobre el cuello de garza
de la hermosa Rosamund Pike, que se enfrenta al reto de desarrollar una de
las más completas psicópatas vistas en pantalla, para salir triunfante del desafío.
Precisamente es ahí dónde flaquea el desarrollo del guión, en algunos instantes
más seducido por el impacto, basado en lo inesperado y la sorpresa, que por el
desarrollo o la construcción de caracteres. Esto hace peligrar el edificio,
presentando personajes unidimensionales en la luz o la oscuridad, que solicitan
una mayor complejidad en sus motivaciones ocultas y deseos. A pesar de
recrearse en un tempo lento, la cinta transcurre como el agua de un arroyo, fluida,
canalizada certeramente. Este es otro de los escollos de un argumento; por otra
parte excepcional; que hubiera necesitado dilatarse hasta el infinito si se
hubiera detenido en la mostración de recovecos sensoriales, motivaciones soterradas o ese peregrinaje por el interior
del personaje, que se echa de menos. Estos aparecen como conducidos,
inexorablemente, de la mano de un demiurgo fatídico. Arrastrados sin voluntad
en su éxodo, hacia una anhelada oscuridad. Los personajes de Affleck y Pike,
forman una pareja atípica, basada en la manipulación y la aceptación. Ambas
partes del binomio se someten al acuerdo tácito; no escrito; en el cual la
sociópata marca las reglas y el ritmo. La ruptura de este pacto pervertido, por
parte del marido, provoca que despierte toda la sintomatología, que la bella
esposa ocultaba, cuando el mundo giraba a su alrededor: Frialdad afectiva,
falta de empatía, manipulación. El diario de la protagonista en paralelo a la
acción real y los flashback, nos van acercando a un mundo sórdido, donde nada
es lo que parece, haciendo evolucionar el thriller
hacia el humor negro, acercarnos a un cinismo nihilista y retorcido. Esta no es una
película que brinde otra vuelta de tuerca sobre el matrimonio, tampoco sobre la
crisis de la pareja, como se ha publicitado. Ni es un estudio sobre la
diferencia económica o la crisis. La omnipresencia de los medios de
comunicación, es meramente coyuntural. Esta es una certera narración sobre dos
personajes alienados, condenados a la destrucción voluntaria en una relación
preñada de insanía, de la que no pueden escapar. El trabajo de los secundarios
es impecable, Carrie Coon como la hermana del protagonista y la cerebral
policía pergeñada por Kim Dickens. El cómico Tyler Perry, aprovecha el metraje
para hacer lo suyo como un abogado vividor y carroñero. Bebe la protagonista
femenina ( sin llegar a superarla) de la arpía interpretada por Gene Tierney en
Que el Cielo la Juzgue , aunque se la
desmitifique dentro de la gama de sicópatas impávidos al uso, permitiendo que la humillen dos pardillos. Pero después de este contratiempo, resurge la mente
calculadora, fría, que utiliza su incapacidad afectiva como arma, para conceder
un impactante, incómodo e inesperado final. Ben Afflleck tiene un registro
actoral limitado, aunque en este caso quizás su inexpresividad y perplejidad
beneficien a un personaje obtuso, de una simplicidad irritante, que navega
entre la sumisión y la adicción, sin resultar del todo creíble. Su faceta como
director ha dado frutos mucho más maduros como Argo, Adios pequeña, adios. No
nos equivoquemos, esta no es una mirada ácida, ni cínica sobre el matrimonio.
La esposa es una sociópata de manual y el marido adolece de un puntillo de
insanía y ginedependencia, que no
deja claro nunca que esta pensando. Perdida,
es un rompecabezas rocambolesco sobre la ambigüedad, que trata de funcionar
como un mecanismo de relojería. Aunque bien mirado ningún thriller resiste un análisis exhaustivo sin que comiencen a
aparecer flecos y retalillos. Los personajes nunca acaban de resultar
traslúcidos, incluso el pagafantas interpretado por Neil
Patrick Harris (Cómo conocí a vuestra madre), cuyas intenciones parecen ser
dejar encerrada en su castillo/mansión; vigilado por cámaras; a la oscura
princesa, rezuma sospechosas intenciones (lúbricas, sádicas, libidinosas o vaya
usted a saber) Como cualquier otro thriller, Perdida precisa de la complicidad del espectador. Donde unos verán
giros imaginativos, montañas rusas argumentales, precisión milimétrica y
matemática del guión, otros verán saltos sin red, incoherencia guionistica y
tosquedad narrativa. Lo que nadie podrá negar es la presencia incorpórea, sin
manierismos, absorbente, de Rosamund Pike, que refleja en esos ojos
almendrados toda la oscuridad y turbación del mejor Fincher. Nadie duda que
Affleck es un tipo listo, coguionista de El
Indomable Will Hunting, director
de The Town (2010), no quiere resignarse al rol de guaperasenpeliculasdeaccion,
con que tratan de encasillarlo. Busca ser un hombre del Renacimiento, aunque
todavía necesita curtirse interpretativamente. Aunque este cuento de hadas pervertido
pone su acento en los embaucadores medios de comunicación, que con su circo
mediático y su manipulación, son culpables en parte de que el desenlace pueda
desarrollarse en esos términos surrealistas, no nos equivoquemos. Que los árboles
nos dejen ver el bosque. No hay ningún análisis sociológico del matrimonio
moderno. Los periodistas son mera excusa narrativa. Fincher, envolviéndolo en
una excusa argumental mediática y de crisis social, nos regala uno de sus
obsequios envenenados. Al igual que el epílogo de Seven, esputaba una pregunta retorcida en el rostro del espectador,
para que no quedara indiferente: ¿Cómo habríamos reaccionado al encontrarnos en
el lugar del personaje interpretado por Brad Pitt? Aquí el regalo fincheriano, es de mayor calado. Después
de pasearnos por el cosmos sombrío, por la afectividad pervertida de dos
personajes que viven al límite del abismo y la anormalidad, la escena final se
condensa en una escalofriante pregunta, oculta tras los increíbles ojos de
Rosamud Pike. ¿Que habríamos hecho nosotros?
http://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2014/10/perdida-david-fincher.htmlhttp://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2014/10/perdida-david-fincher.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.