martes, 16 de mayo de 2017

Jackie (2006) XXIII Ciclo de Cine V.O.S.E en Mérida





La primera certeza  al visionar Jackie es la de no encontrarnos ante un biopic al uso. Es una inmersión en los sentimientos humanos, en el dolor, en el abismo. En el vacío de no encontrar respuestas. 
La cinta, protagonizada espléndidamente por una Natalie Portman recuperada a la que le perdonamos sus últimos pecadillos alimenticios, es paradigma de la existencia de todo ser humano. Una subsistencia frente a la oscuridad cotidiana, que se desgrana en el último tercio, en el diálogo de Jackie con el enorme John Hurt. Una oscuridad que cada uno  afronta con las armas que tiene. El trabajo actoral de la Portman es de lujo. Inflexiones, gestos, movimientos, sin caer en la imitación mecánica, dotando al personaje de vida y empatía, creando un ser humano palpitante y reconocible.



Pablo Larraín utiliza todos los recursos a su disposición: cámara en mano, televisiones en blanco y negro, estilo semidocumental y un tempo de cocción a ritmo de adagio (como la banda sonora) para introducirnos en un periodo álgido de la historia, sin perder de vista las emociones. Larraín no está interesado en lo que sucedió, nos cuenta lo que significó para la protagonista y lo que significa para cualquier ser  humano ese instante que cambia tu vida y siempre llega como un inesperado hachazo.
El film está estructurado sobre una entrevista central con distintos “flash back” que encajan como un puzzle visual. La banda sonora se hibrida para crear una sensación de irrealidad. Para introducir al espectador en ese espacio anárquico, doliente y reflejar la terrible presión sicológica del momento.
Concebida a mayor gloria y lucimiento de los recursos de la actriz, que recrea la capacidad de Jackie Kennedy para convertirse ella misma en un mito y un producto. Aunque podría haber indagado más intensamente en las zonas oscuras a que nos tiene acostumbrada la filmografía de Larraín (Tony Manero' (2008) y 'Post-Mortem, “El club” (2015) o Neruda' (2016). 
El montaje fragmentado, sin cronología, con la deconstrucción como estética, contribuye a aumentar la sensación perturbadora e incómoda. La huída de todo glamour de un personaje, que básicamente era eso de cara a la opinión pública, permite reconstruir los entresijos humanos y las miserias cotidianas. El equilibrio entre distanciamiento, intensidad y frialdad, alejamiento y proximidad, es hábilmente manejado en esta pieza de cámara. Excepcional la secuencia final donde Jackie contempla; alejándose de todo lo que era; reflejada su imagen en la ventanilla del coche, como los operarios transportan unos simbólicos maniquíes inanimados, vestidos con la ropa de Chanel que ella contribuyó a poner de moda. El guión no escatima denuncias sobre el poder, la apariencia, las creencias o escarba en los dilemas morales a golpe de primer plano y concepto visual casi televisivo. El trabajo actoral de Billy Crudup como el hierático periodista o el veterano John Hurt en su penúltimo papel, están a la  altura de Natalie Portman, sin ninguna duda.



La apuesta por el look setentero en el grano fotográfico (Stéphane Fontaine) y el trabajo de diseño de vestuario, contribuyen a la verosimilitud del relato visual.
Jackie fue un icono, una mujer luchadora, ambiciosa, que protagonizó un periodo importante de la historia, que ha sido convertida en muñeca de colección. Solo ella pudo saber si consiguió su Camelot…

Banda sonora:
Una atípica partitura de matices dolientes y melancólicos que juega con los vientos como arma para recrear emociones, principalmente dolorosas, y crear un clima de ajeneidad o extrañamiento. Principalmente usa notas agudas, secas o distorsionadas de flauta travesera para mostrar irritabilidad o extrañeza. Los segmentos de cuerda son adagios lentísimos con notas inesperadas, perfectamente integradas en el ritmo emocional y en el concepto visual. Combinaciones de percusión y acordes desnudos en el teclado permiten que Mica Levi construya una partitura atmosférica que se ajusta como aquellos trajes de Chanel a la silueta de Jackie.

También se utilizan obras como “Camelot”, interpretada por Richard Burton. Pau Casals aparece interpretando la melancólica “El Cant dels Ocells”. También toman una obra del compositor Paul Zaza (Asesinato por Decreto), que aparece como Peter Dufferin titulada Affection nº 3.

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