martes, 21 de octubre de 2014

La Mirada Infinita. Manuel Barrero









Nos encontramos sin duda ante la obra mas completa de aproximación a uno de los artistas más evasivos, escurridizos y autónomos de la historia del cómic. Dibujante que nunca se sometió a estéticas o géneros y creció como artista independiente. Este es un riguroso estudio; no exento de amenidad y humorada; sobre el historietista más evanescente, independiente y huidizo que se pueda imaginar. Barry Winsord-Smith, posee una elegancia mágica en sus trazos, influidos por los Prerrafaelistas como Edgard Burne-Jones, o las fascinadoras líneas de Dante Gabriel Rossetti. Posee una obra poco extensa en comparación con otros dibujantes, pero su influencia y estilo han superado la mayor capacidad de trabajo (o de sumisión a la editorial) y son referentes ineludibles para cualquier amante del noveno arte. Este trabajo recoge su vida y obra de modo ameno, y es difícil desertar una vez comenzado. En su infancia, el dibujante comenzó a interesarse  por los cómics de Harold R. Foster (Principe Valiente, Tarzán) no es mal comienzo inspirarse en uno de los príncipes de la historieta, pero Barry también reconoce influencias del ilustrador William Heath Robinson, que pueden rastrearse en su temática mitológica. Lector incansable de John Steinbeck, su aproximación al teatro; fomentado por el movimiento de los “Jóvenes Airados”; como Allan Sillitoe, autor de la aclamada: La Soledad del Corredor de Fondo, que quizás influencia al dibujante para su posterior independencia ,y defensa de su trabajo frente a las imposiciones. Seducido por el Pop Art, vivió en un Londres invadido de chicas con impermeables multicolores, que escuchaban a los revolucionarios The Beatles, leían a Burroughs y Kerouak. Nadó en la corriente contracultural que inundaba el país. En algunos de sus primeros trabajos, se pueden encontrar influencias del Art Nouveau, especialmente de Alphonse Mucha, pero el artista pronto se decantó por seguir el estilo de Jack Kirby, a quien llegó a conocer y con el que cruzó escasas palabras. Esta proverbial timidez le llevaría a tener exiguo trato con un vecino suyo llamado ¡John Lennon¡ En sus primeros cómic-book de superhéroes (Dr. Strange, Daredevil) comienzan a perfilarse los estilemas que después le llevarían al Olimpo de la ilustración, cuando la suerte acercó a su pluma, un personaje que habitaba una era remota antes del hundimiento de Atlantis: Conan de Cimmeria. Las editoriales descubrieron un artista capaz de fabricar atmósferas de un lirismo decadente, dentro de unos decorados abigarrados de influencia modernista. El encuentro del joven dibujante inglés y el héroe arquetípico nacido de la mente del tejano Robert E, Hodward, conseguiría plasmar en viñetas la poética truculenta y primordial de una Era imaginaria y matriz. El personaje de Conan el Bárbaro, significó para Barry Winsord-Smith, la entrada en el universo de los grandes, a través del otro universo paralelo del autor de las novelas. De esta época nacen de la fértil pluma del británico joyas como Red Nails (Uñas Rojas) o la mítica: La Torre del Elefante. Epítome de la creación de un cosmos personal, que presentaba al completo la técnica que le convertirá en uno de los mejores ilustradores del cómic. Un dibujo lleno de detalles, de un manierismo desgarrador, intrincados diseños que crean atmósferas irreales. Este autor nos ha dejado una serie de obras maestras para el mundo de las viñetas: La Canción de Red Sonja, The musketeers, The Paradoxman, pero su creación pictórica; menos conocida; es también excelente convirtiéndole en un gurú de la poética mitológica, donde la perfección del trazo, se aúna con una creatividad desbordada, paisajes etéreos y personajes fantásticos. Barry Windsor-Smith es uno de los grandes y en este libro, de forma amena y erudita, se  nos regala un acercamiento al hombre y a su obra. Imprescindible para conocer una de las personalidades más controvertidas del mundo de la ilustración.


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