¿Que se podría decir de una opera
rock travestida, indie, plena
de provocación drag, cuya canción principal está basada en un mito Platónico, con
protagonista transexual; que no es tal voluntariamente; cuyo marido es
interpretado por una mujer barbuda que desea ser reinona, lider de una banda
travesti/glam/punk, que escapó del muro de Berlín tras una operación chapuzas
que le dejó ese “angry inch”. La pulgada
irritada, que da título a esta transgresora y potente cinta, basada en la
obra del mismo título triunfadora en Broadway. Musical atípico, carne de friki
en potencia, donde la contravención y el incumplimiento de lo políticamente
correcto campan a sus anchas. Pero Hedwig
and the Angry Inch, es mucho más
de lo que la superficie parece mostrar. En primer lugar, es una recolección de
temazos potentes, contundentes, nacidos de la pluma y la partitura de Stephen
Trask, quien conoció casualmente a Cameron en un avión. Esta coincidencia fue
la génesis de uno de los musicales más atípicos y sensibles, joyita
contracultural, que llegó afortunadamente hasta las manos de la productora
Killers Films (Happiness, Boys Don´t Cry, Safe, Velvet Goldtime, Yo disparé a
Andy Warhol) que bajo su áspera presentación esconde un grito de rebeldia y la
busqueda de identidad del protagonista. Plena de reminiscencias y homenajes a
David Bowie, New York Dolls o Iggy Pop.
El film nos va presentando diversos flashbacks donde mediante las canciones
conocemos la historia de Hedwig. Nacido en la parte oriental del muro de
Berlín, Hedwig busca su identidad sexual, cuando conoce a un oficial del
ejército norteamericano que lo conquista amorosamente; en una clara referencia
al cuento de los hermanos Grimm; sembrando literalmente el camino de ositos de
goma (el protagonista se llamaba Hansel, antes del cambio). Para poder salir
del Berlín Oriental, Hansel acepta un cambio de sexo, y se somete a una
operación remendona, que le deja con su “pulgada irritada” y que no consigue
mantener a su lado al enamorado militar. Decidido a dedicarse a la música
adopta el nombre de Hedwig de su madre. Sus actuaciones en antros de la América Profunda,
frente a paletos y asombrados clientes, siguen las huellas de Tommy Gnosis (excelente Michael Pitt),
antiguo enamorado que traicionó a Hedwig, y se apropió de sus canciones para
triunfar. Una historia de amor que crece a caballo entre el dramón desatado y
el esperpento. El viaje iniciático de Hansel/Hedwig persiguiendo a su antiguo
amante para tratar de encontrarse a sí mismo, culmina en la catarsis final
donde Tommy le canta, desgranando todo lo que Hedwing significó para él. El
protagonista regala su peluca fetiche a su marido (interpretado por Miriam Sor)
y se marcha, no importa adonde, para habitarse definitivamente.
La diseñadora
de producción Théresè DePrez (Yo
disparé a Andy Warhol), plantea una estética retrogay Juegos de luces, purpurina y pelucones para componer el
mundo interior de los personajes. Sin resultar tan esperpéntico como The Rocky Horror Picture Show, el film
se adscribe a esos musicales alejados de un público que prefiere ver Sonrisas y Lágrimas (enorme músical por otra parte), pero se mantiene también
distante de las propuestas de obras como Caníbal, el musical, El Fantasma del Paraiso,
Forbiden
Zone. Se diferencia de aquellos
en la intensidad humana del personaje. La canción Tear Me Down
es la que introduce al espectador en el mundo de Hedwig, un tema dónde se
compara como una alma partida en dos como su Berlín natal. Testamento vital de
un personaje que nos muestra su coraje, ya que se levanta como Lázaro, y se ríe de los adversarios que tratan de
derribarle. Una canción contundente dónde se presenta un personaje luchador,
que no termina de hallarse después de que “se
levantó de la losa del médico”. En Sugar Daddy, nos habla de la brecha
cultural entre la zona de Berlín, donde habita (dictadura, represión,
violencia) y las promesas vacuas del American Dream (alimentación, moda, tecnología),
que llegan de la mano del artificioso sargento de raza negra: Luther Robinson.
En The
Angry Inch, hermosa canción procedente del musical de Broadway adaptada
al cine, se habla de la operación fallida, con ese sentido corrosivo del humor
con que Hansel/Hedwig se enfrenta al mundo; y de su relación errónea con el
militar hasta llegar a Estados Unidos. Peluca en una caja es un tema que el
protagonista recrea, mientras nos narra como cambiándose de pelucas, se permite
ser quien quiera y el efecto de la música, que lo transforma. La
canción-fetiche de este soundtrack es
El
Origen del Amor. Basada en el Simposio
de Platón.
Es una leyenda acerca de cómo el ser humano en el origen estaba
unido (vía Aristófanes) por la espalda. Llenos de celos, los dioses deciden
separarlos, creando dos seres distintos que andan siempre tratando de encontrar
su otra mitad, para ponerlas de nuevo juntas. Convirtiéndose en metáfora de la
tragedia del protagonista, deviene una de las mejores escenas, donde la banda
interpreta esta compleja mitología en un antro, al tiempo que los rednecks devoran alitas de pollos
asombrados ante el bizarro espectáculo, pero sin dejar de masticar. Algunos
temas están contrapunteados por dibujos animados elementales, básicos, pero de
una efectividad fuera de toda duda, que ayudan a avanzar a la trama y le añaden
una atmósfera sicodélica, en una unión inevitable, esencial entre imagen y
palabra, realizados por Emily Hubley.
En Radio de Medianoche, surgen referencias a artistas como
Yoko Ono, Tina Turner, Nico, Patti Smith y otras musas inspiradoras del rock.
Esta fábula musical obtuvo el
premio en Sundance 2001 (Mejor Director y Premio del Público), o los Globos de
Oro 2001 (Nominada Mejor Actor de Comedia o Musical) entre otros galardones. No
podía esperarse otro reconocimiento a un bautizo cinematográfico tan
sorprendente. Una historia corrosiva (y muy irritada), doliente, donde Cameron,
pasea su falta de glamour cotidiana y su obsesión por el amante que la despechó,
por grasientos tugurios, siguiendo la gira de Tommy Gnosis. Con la absurda y
petarda intención de boicotear sus actuaciones en estadios, desde la cutredad
de los locales donde agoniza. El viaje iniciático, realizado por esta heroína
inolvidable, que se autodefine como “cantante de rock mundialmente
desconocida”, que detrás de su estética kitch, y su no aceptación, oculta un
corazón inmenso, le lleva hasta su catarsis final. El desafío que tenían entre
manos John Cameron Mitchell y Stephen Trask, después de que la obra hubiese
triunfado en Broadway (crítico y público) es resuelto en la pantalla destilando
una obra inteligente, humana, rocambolesca, divertida, corrosiva, desgarradora
y militante. Este “angry inch” es un musical de calidad, con interpretaciones
notables. Cameron borda el papel que ya representó en el teatro y se atreve con
la dirección, acompañada de un enigmático Michael Pitt, o la cómica Andrea
Martin en el papel de la representante, para encarar la odisea de este
personaje en un film inclasificable (e inolvidable) que levantará ampollas o
pasiones frikis, pero que en absoluto deja indiferente. Le acompañan en este
viaje Miriam Sor, el marido-mujer que termina abandonándolo. El elenco que
arropa musicalmente la peripecia vital de Hedwing es variopinto y abarca
multiples tendencias: El rockero alternativo Bob Mould, Stephen Trask es Goth, el personaje de Rob Campbell,
semeja una especie de Gary Newman (Tecno British), Theodore Liscinski en el
bajo (Punk). En la batería maneja las baquetas Perry James (con aspecto de fan
de Poison), el personaje de Mirian Sor, calcado de Guns´N´Roses.
Completan la
banda sonora algunos temas míticos de Lou Reed y Dolly Parton. Una de las
diseñadoras más solicitadas; Arianne Phillis, realizó los 41 vestidos que luce Hedwig,
ayudando a crear la atmósfera del personaje. Ropa que resultara creíble, y
pelucones de todos los estilos nacidos de la creatividad de Mike Potter. El
aparente minimalismo de este film y su humildad latente no pretenden destronar
del trono de musical glam de culto a The Rocky Horror Picture Show. Esta
pulgada es mucho menos bizarra, porque es más humana, posee más carácter y
menos rimmel. Quizás es menos cool,
pero destila más ternura.
Tampoco muestra pretensiones de convertirse en el Juego de Lágrimas del género musical. Aunque
parezca salido de un mundo underground,
el mensaje de Hedwig and the Angry Inch, trasciende fronteras y va derecho
al corazón. Un lugar donde la irritación se detiene para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.