Cada vez hay más jóvenes
realizadores que se decantan por el fantástico o el terror para elaborar sus
operas primas, iluminados por el faro de aquellos que han obtenido sus laureles
como neófitos en un difícil, y a la vez gratificante, género que acoge gran
número de aficionados y seguidores. Arriesgarse forma parte del juego y el
resultado puede suponer el lanzamiento del director o la indiferencia, pese a
que el esfuerzo para poner en pie el edificio es el mismo en ambos casos. Para
Elisa se halla a medio camino entre el cortometraje y la cinta estándar, ya que
no encontramos ante un extraño híbrido infrecuente en la pantalla: el
mediometraje. En sus 70 minutos, la película es oferente y prometedora de otros
menesteres, para luego coquetear con el lugar común y el adocenamiento. La
historia de una estudiante, que como fuente de ingresos, recurre a un anuncio para
ejercer de canguro, la llevará a un mundo paralelo, donde una antigua pianista
sicotica mantiene a su hija vestida como una muñeca de porcelana, en tanto le
busca otras compañeras para su colección. Con referencias a The
House of the Devil o joyas como A
L´interieur, la cinta esta dotada de una fotografía apreciable y maneja
el tema musical principal (Para Elisa) como un instrumento más de inquietud y
desasosiego. La promesa inicial se va transmutando en cliché a pesar de la
notable interpretación de Diamantina (la pianista sicotica) y las esforzadas
perfomances de las jóvenes Ona Casamiquela y Ana Turpin, con un reto como es
equilibrar la desmesura con la naturalidad, particular reservado para actores
muy curtidos. Lo peor es cuando la trama se introduce directamente en el “gran
guignol” con ramalazo gore, cuchillo de carnicero y miembro amputado como toda
referencia. Cierto es que se evita convertir a la protagonista en un “scream
queen”, y esta falta de gritos se debe en parte a la pócima paralizadora que la
pianista echa en la bebida, por lo que el “tour de force” de la protagonista se
basa en comunicar la angustia de esa parálisis a la hora de escapar. Bebiendo
claramente de fuentes como ¿Qué fue de Baby Jane?, Psicosis, Muñecos
Infernales, o de Misery en la escena de quebrantamiento de las
piernas, el resultado final deja insatisfecho al espectador. Por no faltar, se
nos regala el consabido plano de muñeca de porcelana victoriana para crear
inquietud. Destacable la secuencia en la comisaría donde el novio de la joven
acude a denunciar su desaparición y se encuentra con dos policías (Pep Antón
Muñoz y Enrique Villén) dos émulos de Pepe Gotera y Otilio; mezclando café con
el boligrafo; que ningunean la situación y le mandan a freír espárragos, basándose en el protocolo. Esto si que es verdaderamente terrorífico. Sin
perder el aroma de cortometraje engordado, este producto fallido contiene sin
embargo el germen de lo que podrá dar de si en un futuro Juanra Jiménez. Hay
creación de atmósfera. En ciertos momentos se transmite la angustia, pero se
desaprovecha dotar a los personajes de psicología y se abusa del lugar común.
Como curiosidad reseñar que la composición llamada Para Elisa, tan conocida
por los alumnos de preparatorio, se denomina así por una errónea trascripción
ilegible del autor y debería titularse Para Therese. Si en alguna ocasión
le invitan a café en un caserón repleto de muñecas de porcelana, tules y
puntillas, utilice su mejor excusa. No acuda.
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