El Tiempo entre Costuras.
El acierto de una novela como
El Tiempo entre Costuras consiste, no solamente en perfilar unos personajes que se introducen en
la piel del lector, y consiguen perdurar más allá de la última página, también
contribuyen notablemente la excelente ambientación del relato y la precisión
milimétrica del argumento. La obra de María Dueñas es una notable Novela
Histórica, camuflada de folletín de
época (al que contribuye el engañoso título), que invitó a que los misóginos,
la clasificaran con esa prosaica y eufemística definición de Literatura para Mujeres, extraño híbrido genérico, pergeñado desde un machismo
analfabeto que considera a la mujer un ente alternativo, incapaz de consumir
otra gramática, que esa novela romántica decimonónica, teóricamente impresa
para su consumo. Nada más lejos de la intención esta obra militante,
inteligente, certera. Plena de personajes vivos que abordan la vida tal como
les llega, y esquivan el toro arriesgándolo todo, y con sentido del humor
cuando hace falta. Caracteres inolvidables como La Matutera con su
dialogo socarrón y pícaro sentido de la supervivencia; históricos; como
Rosalinda Fox, la inglesa indómita cuya vida hubiera dado de sí para otra
novela, secundarios de lujo como el hijo amanerado o el gris comisario que
sobrevive a las incidencias políticas. Protagonistas que no llegan a caer nunca
en el estereotipo debido a su calado humano. El Tiempo Entre Costuras es una narración inteligente a ritmo de
thriller donde la peripecia humana se sobrepone al opresivo entorno histórico,
narrado con una precisión que no les vendría mal a otras pretendidas novelas
históricas, cuya única aproximación al género, consiste en otorgar a los
protagonistas nombres de la época visitada o situarlos en un determinado contexto,
olvidando el pensamiento acorde con cada etapa histórica, y la influencia del
entorno en la condición humana. Por sus páginas desfilan figurantes arrebatadores,
como el “Cuñadísimo” Serrano Suñer,
personaje de opereta; ciertamente inoportuno para el Régimen; o el políglota
Coronel Beigdeber un opositor dentro de la maraña burocrática, que acabó
pagando cara su desafección a la grisura imperante. Pero sobre todos los protagonistas
destaca la protagonista Sira; que se hace cercana con esa narración en primera
persona; donde el personaje va evolucionado desde la desesperación hasta
combatir al destino con sus mismas armas. Sira es un ser profundamente humano
que va creciendo frente a la adversidad; capaz de reconocer sus errores. De
corregirlos. El final abierto es otro de los aciertos de una narración que,
dejando un sabor agridulce y descarnado, en un mundo donde las zonas grises
abundan mucho más que el blanco o el negro, construye uno de los fenómenos
literarios de los últimos tiempos. Esta es una realidad innegable.
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