Las Ranas, de Aristófanes en Mérida
Sobre el
escenario toda una declaración de principio. Velos iluminados representan el
inframundo. Un decorado minimalista por que no están los tiempos para grandes
escenografías, y un aviso para navegantes. El peso de la obra recae sobre la
dirección de actores, sin coartadas ni
distracciones de cara a la galería. La misión era difícil. El texto repleto de
referencias, riqueza de personajes mitológicos, lugares atenienses, etc., que
se hacen ligeros y digeribles, merced a la adaptación. El Dios Baco (excelente
Pepe Viyuela), es un inmortal timorato, glotón y bravucón que trata con
desprecio a su criado Jantias (Miriam Diaz Daroca), un siervo que a la larga
demuestra ser más astuto que él. Durante su viaje a la laguna Estigia
encontrará a un Hércules un tanto perjudicado y un coro de ranas que le hacen
la vida imposible a pesar de no aparecer en escena. La presencia de la cantante
Beht dinamiza (y moderniza) la puesta en
escena sirviendo de transición o explicación con breves intervalos de su voz
rota, disfrazada como una ranita o duendecillo verde de San Patricio. El viaje
de Baco al Hades, vestido con piel de león y acompañado de una clava para
salvar al teatro, ocupa una primera parte con altibajos cómicos. A destacar una
Mirian Diaz Daroca cada vez más acertada y que se lleva las simpatías del
público. Un pequeño fallo en el micrófono durante el duelo final de los autores
griegos (Eurípedes y Esquilo) de concepciones tan distintas sobre teatro, y
algún defecto de sonido que impedía entender las letras de Beth, son el saldo
negativo de una obra a ritmo de musical. Homenaje vocacional a la poesía y el
teatro, y que juega con las similitudes de situaciones sociales de hace 2500
años, pero exportables a nuestros días. Pepe Viyuela compone un Baco mundano,
que adquiere la luz de la razón cuando se encuentra envuelto en los vapores de él
mismo. Bajo el barniz de la comedia subyace un mensaje extrapolabe a todas las
épocas del hombre, que nos habla de escasez en la honorabilidad y en los valores
(no sólo económicos). Sorprende la familiaridad con que se refería el autor a
los dioses en una época, donde solían invitarte a una degustación de cicuta en
caso de no ser respetuoso con los mismos. Momentos desternillantes como el
encuentro con el coro que transporta el sudario y su insufrible cancioncilla, o
la incursión de Baco (o Dionisos) en la barca de Caronte, sirvieron como
homenaje al creador de la comedia griega que, amén de un gran dramaturgo, era
un conservador de armas tomar. Esta
parábola, planteada como un juego de muñecas rusas (el teatro dentro del
teatro) llega al público fácilmente en esta versión. La escatología ya estaba
presente en el texto original, y es que Aristófanes aparte de satírico, también
podía llegar a ser obsceno y vulgar, mixturando lo poético con lo incisivo. De
ahí que no es de extrañar la pregunta que el criado Jantias (sobresaliente Mirian
Diaz Daroca) le hace al acuclillado Baco, que dice estar "haciendo una
libación", cuando le solicita la esponja para el aseo íntimo. Baco le dice
que le ponga la esponja sobre el corazón. Jantias le contesta ¿Es ahí donde tienes el
corazón, Baco?
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