jueves, 4 de septiembre de 2014

La Vida Después. Marta Rivera de la Cruz

La Vida Después. Marta Rivera de la Cruz


No es; hasta bien avanzada la novela; después de un introito para presentar personajes y circunstancias, cuando aparece la Marta Rivera cronista de historias mínimas que se van creciendo, hasta introducirnos en ese mundo de las pequeñas cosas dónde destaca esta autora. Creadora de anécdotas  que se van entrelazando; incluso ha pergeñado su propio territorio en Rivanova; trasunto del Macondo garciamarqueano, población en la que se desarrollan algunos de sus mejores relatos. En Hotel Almirante, que comienza como un presunto thriller, la escritora va desgranando una serie de personajes que se apoderan del lector, para relatarnos el crecimiento de un mundo entre fogones, con maestría y dominio de los recursos narrativos. Marta jugará con la referencia de estos personajes en otras novelas, creando un mundo cíclico y reconocible para el lector fiel a su obra. Si en Hotel Almirante, magnificaba los sentimientos reinantes en su intramundo de Rivanoba, en Veinte años no es nada, componen la pieza principal de un engranaje perfecto; como mecanismo de relojería; que se engrandece con ese final abierto. Enternecedor y a contracorriente. Los personajes de Marta Rivera se hospedan en nuestra piel, y permanecen allí después de cerrar el libro, ya sea la joven protagonista de Veinte años no es nada o esa mujer atrapada en el duelo por su madre muerta, que encabeza la mejor de sus novelas: En Tiempo de Prodigios, donde alcanza cotas narrativas elevadas. Partiendo de un lenguaje medido, contenido, descriptivamente práctico, sin florituras, Marta introduce al lector en su cosmos particular, que por otra parte es un cosmos universal de sentimientos, amores, dolores, emociones. Lo forja a través de unos personajes cercanos y palpitantes. Seres que se dejan aceptar por su enorme humanidad. Hay que destacar la absoluta coherencia de sus microhistorias, apoyadas en la fisicidad de los personajes. Su evitación de esa línea literaria, tipo guión cinematográfico y narrativa plana, con que castigan al lector algunos autores de moda pasajera. Si en Hotel Almirante la corporeidad de fogones y recetas, era casi tangible; en esa realidad alternativa en que nos invita a colaborar En Tiempo de Prodigios, vivimos con la protagonista su drama interior ante los acontecimientos que no se pueden controlar en esta vida. En un excelente montaje paralelo (si se me permite el termino cinematográfico), alternando el presente, con las vivencias de Zachary West. En La Vida Después, vuelven a retornar esos personajes que se desbordan de las páginas para llegar al lector. Servida con su usual y diestra narrativa. Esgrimiendo esa musicalidad interna del texto, que se agradece, los giros argumentales y; sobre todo; la galería de personajes enérgicos, conmovedores y certeros que han situado a la novelista en merecido territorio dentro de nuestra literatura.

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