La noticia leída por Dominique Lapierrre en un diario de
Nueva York sobe el hogar abierto por la Madre Teresa de Calcuta en Manhattan, para acoger
los enfermos de Sida, es la señal de salida para una de las aventuras humanas,
médica y científica, más apasionantes de la historia. Quizás el libro más
importante de su amplia trayectoria de divulgación. Es la narración, a ritmo
trepidante, de cómo llamó a las puertas de los laboratorios de investigación;
reconstruyendo paso a paso; la aventura diaria de estos luchadores contra lo
desconocido. Es la crónica humana de héroes anónimos en las calles de la India , vestidos de batas
blancas o del sari de las misioneras de la Madre Teresa, de los primeros enfermos, enfrentándose a un
miedo desconocido en el horizonte del hombre, de su valor y sufrimiento. Es la
cronología, narrada de forma magistral dentro de ese género denominado
literatura periodística, de la lucha del hombre contra la adversidad y el
reconocimiento de la generosidad, el sacrificio y la intuición humana, en este
combate contra un enemigo desconocido.
La caza del agente provocador de aquellos extraños y desconcertantes síntomas
en personas sanas, supuso un desafío extremo para los investigadores. En esos
momentos, aquella enfermedad; hoy en día convertida en crónica gracias a las
investigaciones y sacrificios de aquellos hombres y mujeres; era un completo y
letal enigma que desafiaba al portador de la misma, en una eterna paradoja: el
virus necesita un huésped para sobrevivir, pero al tiempo lo destruye. Durante
esta conmovedora lectura, también se mezclan factores como la ética, el poder
de las multinacionales farmacéuticas, la envidia y el orgullo que también
parasitan profesiones tan profundamente humanas como las que se implicaron en
esta aventura. Una enfermedad que los iluminados calificaban como peste. El
desconocimiento y la especulación periodística llevaron a denominarla el
“cáncer rosa”, debido a que las primeras víctimas formaban parte de la
comunidad homosexual o a encontrar un teórico “paciente cero”. La falsedad de esta asignación ha quedado
demostrada, al descubrirse que se trató de una manipulación informativa
oportunista. La pluma magistral y experimentada de Lapierre, alterna en
capítulos apasionantes los distintos factores que colaboran en la lucha contra
el retrovirus.
Los luchadores de a pie, en las calles, en los hogares y
hospitales, el apasionamiento de los investigadores, dispuestos a toda costa a
aliviar a la humanidad de ese dolor, los intereses crematísticos, el
enfrentamiento entre franceses y estadounidenses por la patente. Luces y
sombras en un drama humano que se lee con apasionamiento. En estas páginas una
muchacha de la casta de los intocables, descubre que puede ayudar a los demás
sin sentirse una paria, un milagroso e infalible doctor chino, queda perplejo
ante un enigma que le supera. La mezcla de historias confluye en un hechizante tour de force contra el sufrimiento que
hace a todos los protagonistas más grandes que el amor. La maestría en el campo
del reportaje novelado le venía de largo al periodista, que conoció a su
colaborador en otras obras (Larry Collins) durante el servicio militar. Esta cooperación
ha dado; juntos o por separado; algunos de las mejores obras de esta
emocionante especialidad literaria. Desde la intrahistoria de la salvación de
París durante la 2º Guerra Mundial en ¿Arde
París?, pasando por la biografía de El
Cordobés (O llevarás luto por mí),
la denuncia dramática (Era Medianoche en
Bhopal) a la historia de los habitantes del miserable barrio de chabolas de
La ciudad de la Alegría , de cuyos
beneficios en derechos de autor destinó la mitad para ayudarlos. No olvido
al autor a los desheredados de este
país, a los que siguió ayudando con obras de irrigación y colectas. Como no se
olvida este libro tras su lectura, dejando un poso en el espíritu, un cierto amargor
por no sentirse parte de estos héroes que combaten en dolor, y un dulce sabor,
porque ellos existen pese a todas las adversidades y siguen surgiendo personas Más Grandes que el Amor.
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