Glenn Cooper es un licenciado
en Arqueología y Medicina, reciclado en creador de Bets-Sellers, oficio de
resultados más lucrativos que el primero y menos estresante que el segundo. Su
saga de los extraños monjes pelirrojos ha vendido millones de ejemplares.
Utilizando recursos habituales en este tipo de literatura alterna varias épocas
históricas en la trama, con un enlace común. Desde la Bretaña del siglo VIII, hasta la actualidad pasando por la Europa de la Segunda Guerra
Mundial. Policías, monjes medievales o el mismísimo Churchill, se pasean por
este thriller de lectura leve y resultados acomodaticios. La literatura fast food, ha adquirido unas
características clónicas, que son del agrado del lector de este tipo de
creaciones. Los esquemas se repiten, con pequeños cambios, y la fidelidad del
lector nunca se ve sorprendida por introducciones foráneas que alteren su ritmo
digestivo de lectura. Son libros que entretienen si uno se deja llevar por la
marea. El truco en esta variedad de lectura, consiste en no hacerse demasiadas
preguntas de tipo técnico o lógico. Aunque es cierto que algunos autores
manejan con soltura determinados parcelas de conocimiento, por haber ejercido
profesiones afines, o por mor de una investigación
exhaustiva (Grisham y sus thrillers
judiciales, Noah Gordon en su saga
sanitaria, Douglas Preston con sus
detectives) la mayor parte de las aportaciones al género, parten de una idea
brillante para evaporarse a mitad del camino.
Este es el caso de estos monjes
escribanos compulsivos, que van dejando constancia en sus pergaminos, de fecha
y hora del nacimiento y muerte de todos los humanos que han existido y
existirán. El argumento entretiene, se lee fácilmente, ya que utiliza otro de
los lugares comunes del género: la escritura cinematográfica. Capítulos rápidos
en forma de guión, muchos diálogos y dejando en suspenso cada espacio temporal
en el siguiente, para atrapar al lector. Los más exigentes tan sólo encontrarán
un pasajero entretenimiento, con vocación de continuidad, y de saga millonaria.
El final se antoja algo precipitado. El
deseo de continuar la historia, quedaba patente en este volumen. Una
simple, descafeinada y entretenida lectura cuando se está disfrutando de un
mojito bajo el sol y no queremos que las neuronas trabajen en otra dirección.
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